artículo publicado originariamente en Quaderns de la Mediterrànea #35 el 16 de octubre de 2023

Autores:

Pilar Garrido Clemente (arabista y profesora titular de Estudios Árabes e Islámicos, UMU) y

Pedro Rojo Pérez (arabista y presidente de la Fundación Al Fanar para el Conocimiento Árabe).

 

La música es un lenguaje ideal desde el que tomar el pulso de la expresión de las emociones, de las tradiciones de los pueblos, de los movimientos sociales, de la cultura y culturas, del orden y de la ruptura de los sistemas establecidos. En estas líneas vamos a adentrarnos en la música árabe actual recorriendo diferentes lares de la vasta geografía de la arabidad entendida en su acepción más amplia que no se limita a una lengua, sino a un espacio geográfico. Sería interminable la lista de jóvenes artistas de todos los países árabes, pero asomarnos a una ristra de ellos y así degustar estilos musicales, intérpretes, significados y éxitos de músicos y músicas de la que va a ser nuestra entrada sonora de este viaje.

En los países árabes y desde sus lenguas con sus diversos dialectos podemos viajar e irrumpir en la realidad social porque queremos articular esta muestra desde estilos, lenguajes y músicos o músicas que han ido significando en ocasiones, resignificando en otras, movimientos sociales. A saber, específicos de causas, revueltas concretas o reivindicaciones universales, algunas de plena efervescencia, otras crónicas.

Articularemos los ejemplos de jóvenes en el panorama musical actual de los países árabes en torno a la música reivindicativa y de protesta, vinculados a movimientos sociales de hoy en día en sus entornos de vida, tanto de guerras (Palestina), revoluciones (Primaveras Árabes en adelante), como valores universales de demanda (feminismos). Nos centraremos más en músicos y grupos independientes dentro de su propio contexto que en los grupos y cantantes de la música más comercial marcada por la exageración de elementos pop y la hiper sexualización de sus estrellas.

Contextualizados los espacios y siguiendo el leit motiv de la reivindicación como hilo conductor, también queremos atender aspectos llamativos de esta atmósfera como el lenguaje musical empleado por estos artistas, ritmos, estilos e instrumentos autóctonos. Sobre todo en estas creaciones musicales de vanguardia podemos ver con qué naturalidad se entremezclan los referentes y las influencias árabes e internacionales con los lenguajes musicales de creación propia. Como premisa adelantamos que vamos a ver como géneros a priori más reivindicativos como el rap son también cooptados por los regímenes y que otras músicas más tradicionales como el tarab o la gnawa pueden ser también rompedores y vehículos de cambios sociales.  También debemos tener en cuenta, antes de embarcarnos en este viaje sonoro, que no hay nada más puro que el mestizaje.

Jóvenes músicos árabes vehiculan sus revueltas

Como punto de partida e inflexión política, social y vital y por ende de creación artística y, por supuesto, expresión musical, partimos de las denominadas “rimaveras árabes” o “revoluciones árabes”.

Las palabras son por si mismas un micrófono público si les sumas ritmo y música se convierten en la expresión a caudales de sentires, de gritos, de llantos, ojalá también de carcajadas, de ironías y de clarividencias. Así en las fases más inciertas de las revueltas abanderaron las ocupaciones en las calles de Túnez, Egipto, Siria….cantantes jóvenes que entendieron, aglutinaron y supieron transformar en arte las protestas del pueblo, las necesidades sociales drásticas las convirtieron en música. Así tenemos como nombre preminente e iniciador a Emel Mathlouthi (léase Mazluzi) que mezclando percusión tunecina con minimalismo electrónico logra un registro vocal desgarrador. De modo puro mezcla los sonidos del Norte de África con producción electrónica moderna. Como hemos puesto de manifiesto en la introducción aúna influencias musicales como Bob Dylan, Joan Báez, Marcel Jalife o Sheij Imame ntre otros. Emel es cantautora, productora, música. Con su música generada en las calles tunecinas lideró con gran éxito mediático la canción de protesta Kelmti horra[1] (mi palabra es libre) que se transformó en un himno indispensable para la revolución tunecina y para las P­­­rimavera Árabes en general. Un día tal como el 11 de diciembre de 2015 pudimos asistir a un fenómeno aglutinador y entrañable cuando miles de tunecinos pegados a sus pantallas, con lágrimas de emoción e hinchados de orgullo, visualizaban a Emel interpretar a pulmón y corazón abiertos Kelmti horra en la misma entrega del Premio Nobel de la Paz que tuvo lugar en Oslo, convirtiéndose en la primera cantante árabe en actuar en este marco. Mientras, se dirigía a la audiencia con estas palabras honestas e incendiarias: “todavía tenemos que sentir el dolor de los demás. Esa es la base para no dirigirnos hacia la deshumanización. Ese es mi gran punto. Así que eso es político… Odio la palabra política hoy más que nunca porque es muy sucia. El arte tiene que encontrar una nueva definición para luchar, para asociarse. Creo que mi arte siempre va a ser comprometido. Me siento más cómodo añadiendo [ese término] a mi arte que añadiendo el término político”.

Como novedad de modus operandi su segundo álbum lo hizo mediante crowfounding porque no había ningún sello que le publicase lo que proponía en sus canciones. Hasta el punto de que ella misma se produce los discos, con su personalidad musical de mescolanza (raíces tradicionales árabes y tecno, música electrónica…) y con el ímpetu de ser clara en las denuncias de sus letras. Desgraciadamente la revolución en Túnez no ha traído el soñado entorno de libertad propicio para su trabajo y forma parte de la diáspora de artistas árabes viviendo en Harlem (Nueva York), ya que como ella misma comenta “casa es cualquier lugar donde te sientes bien, donde te han acogido, donde puedes crear con naturalidad”.

Siento explícita en sus palabras y uniendo causas y protestas defiende que «hay mucha injusticia si comparas el éxito de El General, un rapero, y no yo sino otras cantantes tunecinas muy poco conocidas. Parece que El General y otros hombres que se han hecho famosos tras la revolución han tenido el camino más fácil; el territorio para los hombres es mucho más sencillo de conquistar». El General fue detenido por las fuerzas del dictador Ben Ali en los primeros compases de la revolución de Jazmín por su canción Rais lebled con críticas directas al “rais” (presidente) y que pasaría también a formar parte de la banda sonora de la revolución tunecina.

Seguimos el recorrido musical por Egipto, como segundo polos de acción en estas revueltas árabes en donde se gestan, germinan y siguen manando artistas, grupo y estilos de plena vanguardia y, con fehaciente compromiso con y desde la música. Como conjunto emblemático está Cairokee que puso su rúbrica a una de las canciones imprescindibles cuando se traza la acción de los 17 días que sostuvo el pulso del pueblo egipcio contra el poder dictatorial de Mubarak en 2011. Su epicentro irradió de la ocupada Plaza Tahrir en pleno centro cairota. Desde la misma calle fue creada y grabada, acompañada de un impetuoso vídeo, Sut Al Huriya (La voz de la libertad).

­Esta incipiente banda se había configurado en 2003 con el nombre de The Black Star, después cambiaron el nombre a Cairokee, uniendo las palabras Cairo y karaoke, para significar que la banda canta con El Cairo, junto al pueblo. Y no podemos perderlos de vista porque desde esos albores han seguido produciendo éxitos con vídeos que superan los 100 millones de reproducciones en Youtube combinando éxito popular con poderosa acción social. Han hecho excelentes colaboraciones con la argelina Souad Massi y el legendario Ahmed Fouad Negm en su álbum de 2014 El Sekka Shemal.

Si continuamos el viaje nos topamos con Youssra (pronunciado Yusra) El Hawary que ha sido otra de las voces destacadas de la revolución egipcia. Su música integra un binomino que en ocasiones se desatiende por las angustias y las opresiones que es la naturaleza de ser alegre pero crítica al mismo tiempo, en su caso marcada por su inseparable acordeón. Su primer gran éxito El muro[2], una parodia del poder militar ejemplificado con los inmensos muros de hormigón que colocó el poder en torno a la citada plaza de Tahrir en un intento abrupto de controlar el acceso a la misma. Yusra va desarrollándose musicalmente, además de lo vivencial, y en 2012 suma a su proyecto otros músicos con los que ha venido yendo de gira por distintas partes de Egipto y el mundo. Ya a finales del 2017, mucho más afianzada tu trayectoria musical, Al Hawari se convierte en pionera como artista egipcia en grabar un álbum financiado por crowdfunding. Lo cual ya hemos identificado que es la falta de discográficas que apuesten por lo incómodo y antisistema y, a la vez, el recurso osado de los artistas de no estar supeditados a restricciones, ni de letras, ni de estilos. Así, sus canciones entrelazan folk alternativo, chanson francesa, indie rock y jazz para subrayar un mundo artístico idiosincrásico, mestizo y abanderado.

Las plazas, los mercados….son epicentros de movimientos sociales y humanos, Tahrir ha sido emblemática como foco de acción y vivero de creación. Otro relevante músico como Ramy Essam también lideró un tema como canto representativo, ahí, en el mismo espacio geográfico y humano, Tahrir. El título no es otro que uno de los eslóganes más populares de la revolución: Aish, huriya, adala igtimaiya (Pan, libertad, justicia social).

A pesar del brío y las ansias de libertad de la población egipcia en dos años verían cómo volvía la dictadura a su país con el Mariscal Sisi al frente. La música continuó como herramienta de acción e intérpretes como Ramy Essam no cesaron la lucha usando el arte y la música para denunciar al gobierno. En este caso, el precio fue verse obligado a vivir exiliado en Europa para escapar de la cárcel. Y junto a él, otros artistas en las mismas, no tuvieron esa oportunidad. El fotógrafo y director de cine Shady Habash murió en la cárcel de Tora a los 24 años por dirigir el videoclip Balaha donde Ramy Essam se mofaba del presidente Abdel Fattah Sisi. «Balaha» (dátil) es el mote que los opositores y detractores habían puesto al dirigente egipcio en referencia a un divertido personaje de una teleserie cómica egipcia que personificaba a un loco arrogante ingresado en una institución de salud mental. Tal ironía, humor y estridencia tuvieron drásticas consecuencias en esas circunstancias, lo cual nos da el pulso también de lo osado de los músicos que vamos anotando, fieles al compromiso y a la resistencia.

Como la geografía árabe es vasta y las revueltas se han mantenido hasta nuestros días como ha ocurrido en Líbano o Iraq con la revolución de Teshrín (octubre) que ocupó su propia Tahrir hasta recientes fechas con cantantes como October Boys y el MC Anhar. Pero sin duda el movimiento popular de protesta que más se ha mantenido en el tiempo desde la primera ola de revueltas ha sido el Hirak argelino que cada viernes salía por miles a manifestarse por un cambio y una apertura reales en el país. En este entorno destaca la rapera Raja Meziane cuyo videoclip de su Allo le Système! es demoledor con un sistema corrupto y opresor que tiene abandonado al pueblo, en especial a los más jóvenes. Además de cantante Meziane es compositora, abogada y activista. Forzada por las presiones oficiales que frenaron no sólo su carrera de artista, sino también de abogada, Raja se vio obligada a emigrar. En la actualidad la artista, considerara por la BBC la “la voz de la revolución” y una de las 100 mujeres más influyentes de 2019, vive en la República Checa.

Música, juventud y denuncia social

La música como herramienta reivindicativa en manos de los jóvenes árabes no sólo está vinculada a las mencionadas revueltas, el día y la lucha contra las desigualdades son temas muy presentes en cantantes de la música independiente pero también en artistas de mucho éxito como es el caso de la gran diva de rabiosa actualidad, Manal. Esta joven de treinta años creció en Marrakech, y a pesar de su precoz éxito musical mantuvo los estudios y se licenció en Ciencias Empresariales y Finanzas. Como ha ocurrido con otras artistas las redes y en concreto sus vídeos experimentales subidos a YouTube le permitieron cumplir su sueño de ser cantante cuando fueron descubiertos por DJ Van. Ya su single de debut, Denia, fue un éxito ya que le supuso el premio a la Mejor Artista Femenina del Norte de África en los Africa Music Awards de 2015. Su siguiente tema, Kulchi Ban, de inmediato llamó la atención de Sony Music Middle East y acabó firmando con dicho sello internacional de enorme prestigio y reconocimiento, convirtiéndose en pionera de las creadoras musicales marroquíes en esta andadura. Si nos fijamos en su arte, en su estilo musical tenemos que acudir claramente a su base inicial como rapera con canciones muy contundentes contra el machismo imperante hegemónico inquiriendo a que se reaccione y se alce la voz contra las agresiones sexuales. Con el valor y la capacidad incluso de hablar de sus propias experiencias en este sentido, exponiendo y cantando desde su testimonio de vida. El rap ha venido siendo un modo musical y de palabra pronunciada especialmente idóneo para reivindicar derechos y para la protesta social popular.

Y, aunque el rap haya tenido y tenga su significado en sí como estilo musical, la evolución de Manal fue desde ahí a un pop más melódico y esto no ha limitado, ni disminuido el nivel de reivindicación de los derechos de las mujeres en Marruecos y, por ende, a nivel internacional. De hecho, en 2022 apareció en el quinto lugar de la lista de mujeres árabes más escuchadas en Spotify a nivel internacional compaginando rap y pop, éxito y protesta. Porque hay estilos musicales que en ocasiones se hacen corresponder con movimientos sociales reivindicativos, pero la intención real y fehaciente del intérprete o grupo en sí va más allá, y desde cualquier estilo se puede poner de manifiesto la honestidad, la justicia, la protesta, el compromiso.

Más actual imposible, así, el año 2022 fue sin duda un gran año para Manal que comenzó con el lanzamiento del videoclip 3ari para conmemorar el 8M. Este explícito, pero al mismo tiempo bello alegato contra el maltrato machista la ha conversito en la primera cantante árabe que graba en el estudio alemán A Colors Show, además de haber hecho un exitoso recorrido internacional su composición con la desgarrada osadía de su mensaje en formato musical. En la introducción de la canción manifiesta: “creo que la pobreza impide a la mujer conseguir sus derechos; creo que las chichas quieren respeto, no atención, y creo que los niños necesitan educación, no matrimonio”. Dentro del fastuoso 2022 también fue una de las voces elegidas para interpretar la canción de la Copa del Mundo de Qátar Light The Sky junto con la canadiense-marroquí Nora Fatehi, la emirati-yemení Balqees y la iraquí Rahma Riad. Claro ejemplo de voz revolucionaria, de intérprete pionera en varios ámbitos y conquistas musicales. Reconocida por su compromiso con el feminismo como ideario esencial y, a su vez, por la defensa y puesta en valor de la tradición marroquí diversa, desde lo bereber a lo gnawa o al Marruecos más actual, todos ellos presentes en sus cuidados vídeos, tradición y modernidad, modernidad y tradición: lenguaje musical y social.

Ya hemos señalado que un estilo musical no deriva directamente en un significado de las letras o de las intenciones, compromisos o personalidades de sus intérpretes o incluso no está reñido un estilo espontáneo, callejero con la calidad musical, pero no queremos pasar por alto el rap como fenómeno que fue foco de mucha atención tanto el Norte de África como en Oriente Próximo durante las citadas revueltas populares árabes de 2010-2011. Fue naturalizado el rap por los medios internacionales como estilo vivo, llamativo, como “la voz del pueblo” asimilándolo como algo positivo en tanto que occidental[3] sin apenas detenerse en la idiosincrasia de cada uno, en las mezclas con estilos árabes autóctonos o ni siquiera en la estética  (rimas, remates) y calidad (ritmos…) de las composiciones. Se convirtió en una vía de vincularnos y de cierta forma justificar que nos interesábamos por las protestas y por los vecinos árabes de unas u otras regiones. Como si fuera todo un inaudito e inédito a la ciudadanía árabe desafiaran al poder político fáctico pero gracias al rap conectan con el mundo occidental. Como explica la académica Cristina Almeida[4]  “los comentaristas esperan que el rap sea la herramienta para expresar el descontento y las quejas, esto no es necesariamente así en todos los países de habla árabe. Otros géneros musicales locales -especialmente la música shaabi [popular]- han desempeñado y siguen desempeñando este papel. (…) Así pues, la aparición del rap en la región no puede explicarse simplemente como un género que llena un vacío para que la juventud se haga oír”.

Es pertinente insistir en este paseo por las músicas actuales árabes que acompañan reivindicaciones y causas que los géneros musicales autóctonos árabes están presentes en sus autores con la mima fuerza para luchar y con el mismo calibre de modernidad en las mezclas auténticas de creatividad de estos jóvenes artistas. Al igual que hay tendencias más urbanas y más rurales, más elitistas y más populares, más minoritarias y más amplias… es una urdimbre rica y minuciosa. Y la lengua con sus diversos dialectos también juega un papel esencial de autenticidad de expresión artística árabe.

Pero no solo en los géneros más actuales están los y las jóvenes árabes rompiendo estereotipos e innovando. Hind Ennaira, con apenas 25 años, ha irrumpido en Marruecos con frescura y vigor en un tipo de género totalmente monopolizado por figuras masculinas como es la música gnawa. Una música que se practica desde un estado de contemplación por medio de una música fervientemente rítmica y sincrética, que se articula con un canto dialogado en el que una voz lidera invocaciones, el denominado maalem y un coro le replica. En este caso se trata de una maalema que al ritmo que  marca su guembri (instrumento de tres cuerdas y sonido bajo) hace moverse a todo el grupo de músicos y bailarines. No es baladí que Hind sea de Essaouira, cuna del arte gnaoua, allí es donde se sumergió en la música y, en esta misma ciudad es donde actuó por primera vez en el Festival Gnaoua y Músicas del Mundo, en la plaza Mulay El Hassan. Ha tenido gran repercusión y es todo un espectáculo asistir a este ritual que viene siendo dirigido por figuras masculinas que lo lidere Hind Ennaira, mujer y joven[5].

Esa mezcla entre los componentes culturales y musicales propios con ritmos o géneros internacionales marcan la forma de actuar no solo de raperos sino también de Djs de éxito internacional como la palestina o el fenómeno de masas franco-argelino que es capaz de poner a bailar shaabi a decenas de miles de jóvenes europeos en el Parque de los Príncipes de París.

Como hemos atisbado en este viaje de músicas y causas, universales o concretas, locales y específicas, todas ellas desde lo mínimo y lo máximo del ser y del universo, expresadas en ritmos, instrumentos y bailes diversos, tradiciones y modernos, en árabe, en sus dialectos o en cualquier lenguaje humano posible, como es la música, que recorre y trasciende, te transforma y te traslada, viaja y te hacer viajar: ¡viva la música [árabe]!

[1] Subtitulada en castellano en el canal de Youtube de la Fundación Al Fanar: https://www.youtube.com/watch?v=Qp5HjzMcsuc

[2] Subtitulada en castellano en el canal de Youtube de la Fundación Al Fanar: https://www.youtube.com/watch?v=92QxV9a72nE

[3] Rayya El Zein, «From ‘Hip Hop Revolutionaries’ to ‘Terrorist-Thugs’: ‘Blackwashing’ between the Arab Spring and the War on Terror,» Lateral, Vol. 5, No. 1, Spring 2016.

[4] LA EVOLUCIÓN DE LAS DISTINTAS VOCES DEL RAP EN MARRUECOS: MÁS ALLÁ DE LA COOPTACIÓN Y LA DISIDENCIA Cristina Moreno Almeida AWRAQ n.º 10. 2014

[5] https://2m.ma/fr/news/Interview-D%C3%A9couvrez-Hind-Ennaira-jeune-talent-f%C3%A9minin-de-la-musique-Gnaoua–20220605.

 

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