Ahmad Sayed Ahmad

Al Ahram, 22/03/2017

 

La visita de Mohamed Ben Salmán, heredero del heredero al trono saudí y ministro de Defensa, a Washington para entrevistarse con el presidente Trump supone un salto cualitativo en la forma y la naturaleza de la relación de los dos países, y ha contribuido a corregir las distorsiones que se produjeron en esa relación bilateral durante la Administración Obama; esto permitirá que esas relaciones regresen a su cauce estratégico correcto así como el establecimiento de nuevas bases de la una asociación en la que la fórmula de seguridad a cambio de energía y economía (en función de la cual EE.UU. contribuyó a la protección de la seguridad de Arabia Saudí y los países del Golfo a cambio de una contrapartida militar y la compra de armamento estadounidense por parte de Riad, sin olvidar las enormes inversiones saudíes en EE.UU. y los cientos de miles de millones depositados allí en forma de bonos y letras del tesoro) ha sido sustituida por una nueva fórmula de cooperación económica basada en la transformación del apoyo económico saudí en inversiones y proyectos mixtos que beneficiarán a los dos países (…) También ha cambiado la vieja fórmula de seguridad en la que EE.UU. hacía de paraguas protector de los países del Golfo. Ahora es la propia Arabia Saudí la que defiende sus intereses y su seguridad de las amenazas exteriores, y dirige la alianza árabe de apoyo a la legitimidad en la crisis yemení, ha formado una alianza islámica y posee un gran potencial armamentístico que le permite desempeñar un papel activo en las crisis de la zona, como la siria, donde Riad se muestra dispuesta a mandar tropas para combatir al Daesh.

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