1024px-Rainbow_flag_and_blue_skiesMustafa Taher

Raseef 22, 14/06/2020

Una auténtica y pesada tristeza cayó sobre los círculos culturales y activistas árabes y egipcios. Fue el pasado domingo 14 de junio, con la trágica noticia del suicidio de la activista egipcia Sara Hegazi que llegaba desde Canadá.

La valiente joven egipcia no pudo seguir resistiendo los dolores con los que había cargado durante años, y decidió abandonar el terreno de juego y marcharse. Es ella quien dijo hace años en una carta escrita desde la cárcel en Egipto: “A pesar de las desilusiones, la vida sigue”. Pero finalmente se impusieron las desilusiones, y la heroína de esta historia decidió abandonar el campo y marcharse con sus dolores y su coraje.

(…)

La joven egipcia vivió años de dolor y persecución desde la primera vez que defendió sus ideas en el concierto del popular grupo Mashrou Layla en El Cairo. Allí levantó su bandera del arco iris, poniendo de manifiesto su condición homosexual y aquel día se declaró una guerra contra ella que marcó el comienzo de un viaje de tormento.

Sara Hegazi compartió el sueño del cambio y la libertad en esa su primera aventura con Ahmed Alaa, quien también fue encarcelado por ondear la bandera del arco iris. Sara decía en sus cartas desde prisión que: “entre los muros de la cárcel, la dureza de los ataques de la patria y la inevitable lucha por nosotros mismos, por dos personas incapaces de ver el sol, entre todo esto, todo lo que deseábamos Ahmed Alaa y yo era abrazar a nuestras madres. Y a pesar de que estábamos en prisión, el país que pasaba desnudo ante mí estaba dentro de esa prisión, que no acepta ni respeta al otro, pero a pesar de las desilusiones y los fracasos, la vida sigue”.

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Sara sufrió mucho durante el tiempo que pasó en la cárcel, y fue víctima de abusos sexuales por parte de otras presas. Tras su salida de la prisión, siguió sufriendo esa situación de humillación social y tortura psicológica, lo que la llevó a ingresar en una clínica psiquiátrica para curarse de los efectos de la violencia, la conmoción y el acoso vividos. Fue entonces cuando Sara Hegazi intentó suicidarse por primera vez, pero sobrevivió.

Asfixiada por la sociedad que le estrechaba el cerco, Sara se vio obligada a viajar a Canadá para poner tierra de por medio de las amenazas y el cerco social. En su exilio voluntario pagó otro precio por su coraje: el precio de una amarga separación.

 

Traducido del árabe por Luis Serrano Lora en el marco de un programa de colaboración de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Granada y la Fundación Al Fanar.

 

Imagen (Wikimedia Commons): Ludovic Bertron

https://www.flickr.com/photos/23912576@N05/2942525739

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