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El pasado lunes día 1 de julio, las Fuerzas Armadas egipcias daban a los partidos políticos un plazo de 48 horas para solucionar la crisis política que arrastra el país desde hace meses tras vencer un primer plazo dado una semana antes. Ayer, vencido el plazo de las 48 horas y tras una reunión con diferentes actores políticos y religiosos del país, el comandante general de las Fuerzas Armadas leyó un segundo comunicado en el que anunciaba una hoja de ruta para iniciar una segunda fase de transición. La intervención del Ejército para zanjar la situación en respuesta a las multitudinarias manifestaciones que se han producido en el país desde el pasado viernes 28 de junio plantea muchos interrogantes sobre la legitimidad de las urnas, el futuro del islam político en Egipto y en toda la región y el papel de la institución militar egipcia.

A continuación publicamos cuatro artículos que analizan la nueva fase de la transición egipcia que dio comienzo ayer.

Golpes de Estado light

Amer al Shobaki

Al Masri al Yaum (Egipto), 03/07/2013

¿El comunicado de las Fuerzas Armadas de anteayer no representa una vuelta del Ejército a la escena política desacreditando su papel profesional y bélico? La respuesta segura es que sí, aunque su regreso no va a ser un regreso golpista y no es previsible que se ponga del lado de un grupo político contra otro a pesar de los avisos a todas las partes que lanza el comunicado, incluida la Presidencia, a la que el escrito trata como una parte responsable de la crisis y no como el mando supremo de las Fuerzas Armadas.

La misión del Ejército como mediador entre los diferentes bandos políticos es difícil por las muchas restricciones impuestas sobre sus movimientos internos y externos; por otra parte, el fin de la era de los golpes de estado directos no le permite poseer herramientas de lucha y de enfrentamiento político como sucedía en décadas anteriores.

El comunicado de anteayer ha sido interpretado por algunos como un golpe de estado light o como un golpe de estado «postmoderno» según la expresión empleada tras la intervención del Ejército turco contra el gobierno de Erbakan en 1997, al que obligó a abandonar su cargo, cuando se movió como un grupo de presión forzando al gobierno electo a dimitir por considerar que suponía una amenaza para el régimen laico sobre el que se erige la república turca. El gobierno turco no tuvo que hacer frente a movilizaciones populares que empujaron al Ejército a intervenir, pero se enemistó con el Estado y con las corrientes laicas y esa enemistad atemorizó a un amplio sector de la sociedad y de las instituciones del Estado, y finalmente fracasó tras dos años en el poder.

En el caso egipcio la movilización del Ejército no se debe a razones dogmáticas relacionadas con una postura política laica frente a una presidencia islamista, como sucedió en Turquía, sino que se ha producido tras las manifestaciones sin precedentes que vivió Egipto el domingo, ignoradas por la Presidencia, y consideradas por la cúpula de los Hermanos Musulmanes «manifestaciones de matones» o manifestaciones de varios miles de personas.

Al Ejército no se le propondrá que dé un golpe contra el poder militar, como algunos se imaginan, sino que es el que debe presionar a todas las partes para que se cumplan las demandas de la mayoría aplastante de los egipcios expresadas desde el domingo pasado en varias ciudades egipcias.

No arrinconéis a los islamistas

Emaddedín Husein

Al Shuruq (Egipto), 04/07/2013

Una de las posibilidades del futuro de Egipto es que haya un periodo de transición de uno o dos años. En tal caso, habría dos opciones: que los Hermanos Musulmanes y la corriente islamista sean un elemento de esa transición, o que se queden fuera.

Cualquier persona sensata que quiera a este país debe luchar para que ni los islamistas ni los demás sean excluidos de la escena política porque si eso sucede, Dios no lo quiera, significa que reproduciremos el escenario argelino de verdad.

Discrepad como queráis con la corriente islamista pero sin olvidar que son un componente auténtico de la sociedad egipcia, que lograron una mayoría parlamentaria y aportaron un presidente de la república. Por consiguiente, si somos razonables no podemos pensar en excluirles.

Los islamistas, concretamente los Hermanos Musulmanes, han suspendido la tercera parte del examen y la mayor parte de los egipcios les han dado la espada en un gran referéndum popular sin urnas en el que han dicho que ya basta.

La democracia no solo son las urnas, como Obama le dijo a Mursi, sino también escuchar la voz de millones de personas en la calle. A pesar de ello, el fracaso de los Hermanos Musulmanes en el gobierno no debe significar su exclusión para que ellos y sus aliados no se conviertan en panteras heridas.

Los Hermanos Musulmanes no van a reconocer fácilmente su fracaso y seguirán insistiendo durante mucho tiempo en que los restos del antiguo régimen, la contrarrevolución y la conspiración regional universal global contra ellos tienen la culpa, pero a pesar de ello, no hay que arrinconarles.

Un golpe de estado militar con rostro civil y cobertura religiosa

Abdelbari Atuán

Al Quds al Arabi, 04/07/2013

Abdelfattah al Sisi, comandante general de las Fuerzas Armadas, ha demostrado que es el presidente de facto de Egipto, y la institución militar ha demostrado ser la única institución sólida capaz de darle la vuelta a los resultados de las urnas en cualquier momento, bajo el titular de «responder a las aspiraciones del pueblo y salvaguardar sus intereses nacionales».

Se trata de un golpe de estado militar con rostro civil, cobertura religiosa y promesas democráticas, lo que explica la presencia del sheij de Al Azhar y del papa copto en la toma de la decisión de derrocar al presidente y a su grupo, los Hermanos Musulmanes, para arrojarlos a lo desconocido, tal vez a la cárcel, a la celda contigua a la del expresidente Mubarak y los suyos.

Cuando hablamos del rostro civil de un golpe de estado militar nos referimos a la elección de un presidente civil provisional, el presidente del Tribunal Constitucional, a la convocatoria de elecciones presidenciales y legislativas dentro de seis meses, y a la formación de un grupo de expertos que redacten una nueva carta magna (…)

La institución militar se ha puesto del lado de la parte más capacitada para reunir a millones de personas en las plazas y calles de Egipto, como reza el comunicado hecho público ayer por los militares, pero no es menos cierto que el movimiento de los Hermanos Musulmanes, que esperó durante noventa años para alzarse en poder, se sentirá ahora, estemos o no de acuerdo con este planteamiento, la víctima a la que le han robado la presidencia (…)

El ejército egipcio planeó bien el día de ayer (…) Y cuando decimos que lo planeó bien nos referimos al hecho de garantizarse la lealtad y el apoyo de la institución de Al Azhar, la iglesia copta, el Frente de Salvación opositor y del movimiento Tamarrud, que incluye a la generación más joven, y luego emplear a todas esas partes y a sus simpatizantes para respaldar su intervención crucial.

La pregunta ahora es cómo Al Sisi va a vender esa hoja de ruta a la parte perjudicada, la de los Hermanos Musulmanes, y cuál va a ser la respuesta de estos, quienes disfrutan de gran popularidad sobre todo en el mundo rural, después de haber dicho, tanto Mursi, como Al Baltagui y Al Arián, que no van a callarse y que van a luchar para defender la legitimidad dando hasta la última gota de sangre (…)

Egipto estaba dividido antes del comunicado de la institución militar de ayer, pero ahora lo está más que nunca, y por eso no nos sorprendería ni descartamos que se intercambien los papeles: los opositores se retirarán de las plazas para ser reemplazados por los damnificados, tal vez más numerosos.

El precedente de Argelia se repite literalmente en Egipto, con pequeñas diferencias, a saber, la institución militar argelina abortó el proceso electoral en el que ganaron los islamistas antes del anuncio de los resultados, mientras que la institución militar egipcia ha abortado el proceso electoral conocidos los resultados (…)

Estamos en contra del derramamiento de sangre y del empleo de armas sea cual sea la justificación (…) por eso esperamos que los Hermanos Musulmanes acepten lo ocurrido, se beban el veneno y se preparen para las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias para confirmar de ese modo su civismo, su afán de preservar Egipto y ahorrarse la sangre de sus hijos haciendo lo que no han hecho sus detractores: acudir a las urnas.

El final del túnel

Mohamed Salmaui

Al Masri al Yaum, 04/07/2013

El comunicado de las Fuerzas Armadas desencadenó ayer noche en Tahrir una gran fiesta en la que unos y otros se felicitaban tras ver ante sí el fruto de su gran indignación al que estaban esperando todas las calles y plazas del país (…)

La salida a la calle de la gente a lo largo y ancho del país en un acontecimiento sin precedentes no podía ser ignorado, aunque en los últimos días no recibimos ninguna respuesta del régimen de los Hermanos Musulmanes, lo que nos trajo a la memoria la reacción del antiguo régimen en los primeros días de la revolución del 25 de enero, desoyendo las demandas de los revolucionarios y cuando quiso dar una respuesta, ya era demasiado tarde.

El comunicado de las Fuerzas Armadas demuestra que son conscientes de su papel nacional para evitar que esta situación vuelva a producirse, y determina cómo tienen que ir las cosas para evitar el caos y los palos de ciego de la primera fase de la transición.

El comunicado ha tranquilizado a las masas en las calles y las plazas porque tiene una hoja de ruta clara que responde a la voluntad del pueblo que ha quedado bastante clara con la salida de millones de personas a la calle exigiendo la salida del régimen de los Hermanos Musulmanes, la formación de un nuevo gobierno y la redacción de una Constitución digna de Egipto y de su historia constitucional (…)

Aún no hemos llegado al final del túnel, pero el comunicado de las Fuerzas Armadas nos mostró que hay luz al final de él. Los murciélagos que habitan en la oscuridad del túnel no podrán impedir que el pueblo avance hacia su meta una vez que su voluntad ha sido respaldada por sus fuerzas armadas.

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